Viajar a Módena
Descubre Módena, la capital italiana del motor y la gastronomía. Visita los museos de Ferrari, Lamborghini y Ducati, y déjate conquistar por sus sabores legendarios. Viajar a Módena es un regalo para la vida.
VIAJES


Módena:
Motores, museos y pizzas más grandes que ruedas de carro
Donde el rugido de los motores se mezcla con el aroma del queso parmesano
Hay lugares que parecen diseñados por y para los apasionados. Módena es uno de ellos. Si llevas la gasolina en las venas y el hambre de aventura (y de buena comida) en el estómago, esta ciudad del norte de Italia te va a regalar una experiencia inolvidable. Porque aquí no se trata solo de visitar museos de coches y motos legendarias. Se trata de sentir el alma del motor en cada rincón… y saborearla entre bocado y bocado.
El triángulo dorado del motor: Ferrari, Lamborghini y Ducati
En ningún otro rincón del mundo hay tanta historia automovilística concentrada en tan pocos kilómetros como en Emilia-Romaña. En este rincón de Italia, la velocidad no es solo una afición: es una forma de vida. Una religión.
Museo Ferrari (Maranello y Módena)
La experiencia Ferrari comienza en el corazón de Módena, con el Museo Enzo Ferrari, un templo moderno que rinde homenaje al hombre que lo empezó todo. La arquitectura es impresionante: un edificio amarillo curvado como el capó de un coche de carreras que contrasta con la casa natal de Enzo, conservada como parte del recorrido.
Allí se exponen desde los primeros modelos de los años 40 hasta los hiperdeportivos más recientes como el LaFerrari, el SF90 Stradale o el FXX-K. También puedes ver de cerca el icónico Ferrari 250 GTO, una de las máquinas más deseadas y valiosas de la historia. Cada coche cuenta una historia de obsesión por el detalle, de pasión llevada al extremo, de diseño que busca la belleza sin comprometer el rendimiento.
En Maranello, el Museo Ferrari es una explosión de adrenalina: los monoplazas de Fórmula 1 que han hecho historia, los trofeos, los trajes originales de Schumacher o Lauda, los motores V12 abiertos como obras de arte. Te acercas y casi puedes oler el aceite y la goma quemada. Pero más allá de los coches, lo que emociona es el relato: el sacrificio, la innovación constante, la italianidad en su máxima expresión.
Aquí no hacen coches. Aquí construyen sueños que suenan a 8.000 revoluciones por minuto.
Museo Lamborghini (Sant’Agata Bolognese)
A solo unos kilómetros, el Museo Automobili Lamborghini te recibe con una energía distinta: más radical, más provocadora. Aquí la elegancia se mezcla con el descaro. Desde el mítico Miura, que cambió para siempre la historia del automóvil deportivo, hasta el futurista Countach, pasando por bestias como el Aventador, el Huracán o el Sesto Elemento, todo respira innovación sin miedo.
Los modelos conceptuales parecen salidos de una película de ciencia ficción, y sin embargo son reales, funcionales, perfectos. Cada ángulo de cada coche tiene un propósito, pero también una intención estética. En Lamborghini, la ingeniería es arte.
Y si tienes suerte, podrás escuchar cómo arrancan alguno de estos monstruos dentro del taller de pruebas. El sonido es un golpe en el pecho. Te eriza la piel.
Museo Ducati (Bolonia)
Y por supuesto, para nosotros los que amamos las dos ruedas, el Museo Ducati es una parada obligatoria. Aquí no solo se cuentan las hazañas de la marca en MotoGP o Superbikes; se muestra la evolución de un símbolo que ha definido generaciones.
Desde la Ducati 916, una moto que marcó época por su diseño y su rendimiento, hasta la Panigale V4R, pasando por la familia Multistrada y las Scrambler, la exposición es un paseo por la historia viva de la competición.
Hay motores expuestos, carenados con heridas de guerra, cascos de leyendas, vídeos de carreras que cortan la respiración. Y sobre todo, hay una sensación que lo impregna todo: en Italia se hacen las cosas con alma. Ducati no es solo una marca. Es un rugido que empieza en el pecho y sale por el escape.
Módena, el corazón elegante de Emilia-Romaña
Después de tanto motor, toca bajar una marcha. Y ahí es donde Módena te seduce con otra de sus joyas: su gastronomía. Porque si algo saben hacer los italianos, además de fabricar máquinas perfectas, es cocinar con alma.
En una pequeña trattoria, de esas que no salen en las guías, me sirvieron una pizza que parecía más grande que una rueda de carro. Crustácea, humeante, con ese equilibrio perfecto entre lo crujiente y lo tierno. Cada mordisco era como un abrazo. Y lo mejor: el silencio de todos en la mesa, esa señal inequívoca de que algo es extraordinario.
Módena también es la cuna del vinagre balsámico tradicional, del auténtico Parmigiano Reggiano y de embutidos que parecen inventados para acompañar rutas en moto. Aquí no se come para sobrevivir, se come para vivir mejor.
Una ciudad que rueda sola
Pasear por el centro histórico de Módena, entre callejuelas empedradas y plazas tranquilas, es como cambiar de modo Sport a Touring. Te relajas, observas, respiras historia. La Catedral de Módena, el Palacio Ducal, el mercado Albinelli… todo parece diseñado para que te detengas un poco más, para que el viaje no sea solo kilómetros sino recuerdos.
Una parada que se convierte en destino
Módena no es una simple escala en tu ruta por Italia. Es un destino en sí misma. Porque une dos mundos que rara vez se cruzan: la brutalidad de los motores con la suavidad de un tiramisú casero. La precisión mecánica con la improvisación culinaria. La velocidad con el sabor lento de lo que se queda en la memoria.
Así que la próxima vez que traces una ruta por el norte de Italia, no la pongas solo como un punto en el mapa.
Dale su sitio. Módena lo merece.







