brown roof buildings near sea ocean taken at daytime

Pensabamos que los Alpes era lo mejor hasta... Eslovenia

Descubre cómo es recorrer Eslovenia en moto trail: gasolina barata, carreteras solitarias, puertos de montaña espectaculares y comidas caseras en tabernas escondidas. Una experiencia auténtica que todo motero debería vivir.

VIAJES

Miguel A.

8/6/20254 min leer

Eslovenia en moto: curvas, montaña y el sabor de lo auténtico

Por el paso del Predil, con la mirada puesta en los Alpes Julianos

Lo notamos nada más cruzar la frontera por la carretera SS54, desde Italia: el asfalto cambiaba de idioma, el paisaje se abría de golpe, y... la gasolinera marcaba 1,44 €/L. No es que fuéramos cortos de gasolina, pero ¿cómo resistirse? ¡Repostar aquí era casi un acto de rebelión económica! Veníamos de pagar hasta 1,72 €/L en el norte de Italia, así que el primer gesto fue llenar el depósito con una sonrisa que solo los moteros entendemos. Y con el rugido de nuestras trail —una Africa Twin y una R1300GS— arrancamos hacia una de las experiencias más salvajes que hemos vivido en Europa.

El rugido que despierta los Alpes

Eslovenia no te da tregua. Desde el primer kilómetro sientes que has entrado en un parque de diversiones para moteros. Los coches desaparecen, el tráfico se diluye, y lo que queda es un carril solitario entre abetos, silencio y curvas. Muchas curvas.

El Paso del Predil nos dio la bienvenida con una carretera ancha, bien asfaltada y esas señales de advertencia de pendientes pronunciadas que, lejos de asustar, activan la adrenalina. A la izquierda, la vieja fortaleza del Predil —medio escondida entre los árboles— parecía observarnos, como si supiera que íbamos buscando algo más que paisajes: buscábamos la sensación de estar vivos.

Vršič: la montaña que juega con tus sentidos

Después de una bajada que parecía una coreografía entre moto y montaña, encaramos el Paso de Vršič. 1611 metros, más de 50 curvas cerradas, adoquines en algunas de ellas y esa sensación constante de que estás siendo observado por los dioses de la montaña.

En mitad del ascenso paramos junto a una vieja capilla rusa, construida por prisioneros de guerra. El lugar tenía algo místico. Sacamos un café del termo, respiramos hondo y nos dimos cuenta: no habíamos visto ni un solo coche en la última hora. Solo montaña, viento y moto.

Y justo en la cima, como si la montaña nos premiara, el cielo se abrió y el panorama de los Alpes Julianos se desplegó ante nosotros como un regalo. Es imposible describirlo sin quedarme corto: esto no se ve, se siente.

El mejor guiso del viaje… en una cabaña perdida

La bajada nos llevó a través del valle del río Soča, un agua turquesa que parece retocada con Photoshop. Las ruedas rozaban el borde del mundo y el olor a bosque húmedo nos acompañaba. Pero entonces sucedió uno de esos momentos mágicos: hambre, intuición… y una pequeña señal de madera con letras blancas:
“Gostilna Dobenski Hrm →”

Giramos. Camino estrecho. Vacas. Silencio. Y al final, una casita con humo saliendo de la chimenea. Nos recibió una mujer con delantal y manos de harina. Ni carta, ni QR, ni inglés. Solo nos dijo: "Bograč?"
—Sí, lo que sea.
Lo que sirvió era una cazuela de guiso humeante, con pan casero, vino del pueblo y un postre que sabía a infancia. No sabíamos si era carne de ciervo o de unicornio, pero nos abrazó el alma.

Comer en una gostilna así no es simplemente llenar el estómago: es ser parte de algo que ya no existe en otros países. Es viajar al pasado sin salir del presente.

Mangart: el tejado de Eslovenia

Al día siguiente, las motos apuntaron hacia lo alto: Mangart Saddle. Una carretera cerrada a los coches pesados, abierta solo a quien se atreve. Más de 2.000 metros de altitud, curvas que rozan el abismo y un trazado tan fotogénico que parecía sacado de un videojuego.

Allí arriba el aire es más frío, el silencio más espeso, y el sonido del motor retumba como un grito de libertad. Si existe un lugar que defina lo que significa viajar en moto trail, es éste.

Rutas secundarias, curvas de oro

Tomamos rutas menos conocidas: Škofja Loka – Kranj, o el Loiblpass, caminos secundarios donde el tráfico es un rumor lejano y las curvas son el idioma del asfalto. Atravesamos pueblos con nombres imposibles y casas de madera que parecían pintadas a mano. La gente saludaba. Los perros no ladraban. El tiempo, simplemente, no corría.

Y entre todo eso, siempre una nueva sorpresa: una pequeña bodega, un mirador secreto, una tarta de nueces en una terraza con vistas al mundo.

¿Qué es Eslovenia en moto?

Es una ruta que no se parece a nada.
Es ese lugar donde repostar cuesta menos, pero vale más.
Es rodar por carreteras que no están hechas para turistas, sino para quienes entienden que viajar en moto no es ir de A a B, sino vivir cada kilómetro.

Nuestros lectores —sí, vosotros— sois de esos que entienden lo que significa una curva bien tomada, un café al amanecer junto al escape aún caliente, y una conversación con alguien que no habla tu idioma, pero sabe lo que necesitas: un plato caliente, una sonrisa y una historia.

Pensábamos que los Alpes eran lo mejor…

hasta que conocimos Eslovenia

island surrounded by water and mountains at daytime
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landscape photo of mountain
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